De todos los viajes que he hecho, ha habido uno que me ha impactado especialmente, me refiero a la India. Un país diferente en todo. Como si cambiara uno de época más que de lugar. Un conjunto de religiones, arte y cultura sin parangón.

Millones de personas viviendo en un aparente y completo caos, que lleva a uno a preguntarse el cómo puede funcionar un país así.

Todo lleno de espiritualidad y arraigadas costumbres milenarias.

A estas alturas os estaréis preguntando si me he equivocado en el título de este artículo o que se me ha ido la olla directamente. Pero no.

Yo por el hecho de haber tenido la suerte de haber practicado karate durante años con un maestro japonés, algo conocía de las costumbres y de las particulares maneras de los japoneses, pero es insuficiente para prever cómo es Japón, como tampoco lo que te cuenten o veas en documentales; parecido a la India vamos…

Cuando llegué, lo primero que vi fue una sala en completo orden que no llamaba a pensar que fuera una aduana de aeropuerto. Rápidamente salimos y en el exterior todo parecía normal, salvo por algunos elementos estructurales que, como buen aficionado a la ingeniería y arquitectura, atisbé en un viaducto que me parecieron desconocidos. Pronto supe que se trataba de elementos preventivos anti terremotos.

Luego saliendo de la zona aeroportuaria, empiezan las sorpresas. Como ya os dije anteriormente, nada te prepara para sentir Japón, y no lo voy a conseguir hacer yo. Pero lo voy a intentar, valiéndome de la querida India.

Sería como preguntar en un concurso: ¿De qué dos países hablamos?

Son ambos países superpoblados.

Atesoran culturas milenarias.

Son pueblos muy espirituales y cuidan hasta el extremo sus costumbres.

Los dos poseen una asombrosa habilidad para salir adelante, los unos dentro de un caótico desorden cuántico y los otros dentro de un absoluto orden relativista.

En ambos casos parece estar uno en otra época, los unos en el pasado y los otros en el futuro.

¡la India y el Japón!

¡Claro!

Malos tiempos corren para dos países en los que el desapego, la espiritualidad y el honor son entidades que solo existen como  simples palabras sumergidas en los diccionarios.

Pues bien, ¿A que nunca os explicaron cómo es un país de una manera más absurda?

Espero que no, porque ahí esta mi mérito…

Pero seguro que cuando vayáis al Japón, aún sin haber ido antes a la India… será esta explicación la que más os ayude.

El planeta Japón, y lo de “planeta” sin comillas…

Hay algo muy importante que hay que destacar como carácter diferenciador, y es su condición de insularidad y lo que ello conlleva; aislamiento y consolidación de costumbres muy arraigadas y en el caso de Japón, diversas y con sus propias singularidades. Son cientos de islas de diversos tamaños, algunas muy separadas unas de otras.

En la India es justamente al revés, ya que en su caso ha funcionado como una «esponja», absorbiendo todas las culturas y civilizaciones que pasaron por ella, siendo muy distinto según la zona del gigantesco país en la que  nos encontremos, llegando ha hablarse en su territorio centenares de lenguas.

Japón: sentimiento, corazón, serenidad, tradición y disciplina sin igual.

Comunión con la naturaleza, y lucha permanente contra los elementos.

Amor por la excelencia.

Nada es imposible, y no conocen el significado de la palabra rendición.

Ahora os dejo con unas fotos de que tomé en enero de 2018, gracias a un privilegiado viaje que tuve la suerte de disfrutar; con un hilo conductor, el de arquitectura. Desde la más vanguardista a la más antigua y tradicional. Están mostradas en orden cronológico, Hiroshima, las islas de Naoshima y Teshima, Osaka, la antigua capital Kioto, la ciudad de Kanazawa y por último el área urbana de Tokio y el cercano puerto de Yokohama.

Espero que os puedan consolar tras padecer las perturbadoras palabras vertidas por un servidor.

 

HIROSHIMA

 

 

NAOSHIMA Y TESHIMA

 

 

OSAKA

 

 

KIOTO

 

 

KANAZAWA

 

 

TOKIO Y ALREDEDORES

 

Fotos: maximenendez y… algún que otro colaborador desinteresado.

Literatura: maximenendez