Vistando Islandia.

Siempre me ha encantado todo lo referente a la insularidad.

Uno de mis relatos favoritos ha sido Robinson Crusoe desde la infancia. La soledad es algo que siempre me atrajo y me sigue atrayendo.

He reordenado un montón de fotos que tenía como siempre, desperdigadas por archivos recónditos y os las dejo para que las disfrutéis si es que lo merecen.

Las he puesto en tres apartados, el agua y el hielo, la tierra y el fuego y la mar y la vida, esta última fruto de todas las demás.

Gracias a todos los que nos hicieron el viaje aún mas entrañable con su amabilidad y hospitalidad. Un abrazo especial para José, nuestro descubrimiento canario, esperamos poder volver a verle algún día. Un tinerfeño en Islandia… ¡¡Agüita compadre!!

 

EL AGUA Y EL HIELO

 

El hecho de la soledad en sí misma y el aislamiento es reveladora de mi propio yo, siempre me hizo sentir bien y aunque puede parecer paradójico, la sensación de libertad que me otorga.

No solo la experimento por el hecho de estar en una isla, la soledad se puede experimentar rodeado de gente, esa es buena si la buscas.

Pero de todos es bien sabido que a veces más que buscarla, la padecemos. Yo recuerdo haber viajado solo a una isla llamada Manhattan, hace varios decenios. Curiosamente experimenté por momentos la misma buena sensación que otorga la soledad, sentirse libre con uno mismo, y estaba rodeado de gente por todos lados.

Hasta que al tercer día localicé a mi amigo Juancho, ahí se acabó la soledad y empezó la diversión…

Nuestro propio planeta es una gran isla.

Quizá eso sea la razón de la marcada personalidad de los habitantes de muchas islas, sobre todo si son pequeñas y poco pobladas, pienso.

LA TIERRA Y EL FUEGO

 

Bueno, volvamos con Islandia… que me voy por los cerros de Úbeda.

Ir a Islandia ha hacer turismo como en este caso, en familia, puede no augurar muchas revelaciones desde el punto de vista de la soledad individual, pero sí que nos ocurrió desde la unidad familiar. Yo pude experimentar sensaciones que hacía mucho tiempo no recordaba, tiempos de juventud y aventura.

En Islandia, a demás de la insularidad y el aislamiento, hay que añadir el clima y la situación geográfica. Solo decir, que tras despegar de Barcelona con una temperatura de 25 grados poco antes de media noche, llegamos a Reykjavik a eso de las cuatro y media de la madrugada más o menos, tras un aterrizaje «de los que hacen afición», a 5 grados centígrados con viento fuerte y lluvia intensa.

Por supuesto ya era de día. Cuando fuimos, era julio que oscurece a las doce de la noche y empieza a clarear a las tres de la madrugada.

En invierno, al revés y con mucho más frío.

Luego, nos acompañó la suerte y aunque tuvimos un par de días bastante lluviosos, el resto nubes y claros con temperaturas que oscilaban por el día entre los 14 y 18 grados, creo recordar. Eso nos brindó la ocasión de poder ver el espectáculo natural que es Islandia. Sé de otros que no tuvieron tanta fortuna como nosotros en fechas parecidas. Padeciendo un tiempo de perros, casi permanentemente.

Hay otra cosa que no se puede pasar por alto. El hecho de que los días duren tanto, te brinda más tiempo y te permite hacer muchas más actividades en cada jornada. Era habitual estar visitando una zona a las once de la noche, con la sensación de ser las cinco de la tarde.

Todo ello nos puede dar una ligera idea del carácter de los Islandeses y su determinación para vivir su particular insularidad. Gente amable con una educación propia de los países nórdicos, pero con ese toque de fortaleza de su gente que les diferencia. Un pueblo que se dedica a la pesca la agricultura y la ganadería como fuentes de riqueza mas importantes No tienen sus manos aspecto de haberse pasado la vida contando billetes…

En lo que se refiere al viaje propiamente dicho resultó fascinante. Claro eso es subjetivo.

No vayas si no amas la naturaleza o la génesis de la vida. Islandia es un laboratorio en sí misma. Te traslada al pasado de la tierra, cuando aún no había ningún «mono-sapiens» ni nada que se le pareciera. Volcanes, glaciares, géiseres (palabra islandesa «geysir»), y agua y más agua, adornan un paisaje difícil de explicar.

Se come muy bien, tienen buena cerveza. El pescado maravilloso, la carne de cordero fabulosa y los desayunos en los hoteles muy buenos y con productos típicos del país, sobre todo los pescados preparados al estilo nórdico.

Dos cosas muy importantes a tener en cuenta: es un pais extremadamente caro por un lado, y por otro, el clima es impredecible.

Uno ha de saber a donde va.

Ah! el agua gratis y la mejor del mundo.

Y la calefacción se la regala la tierra…

LA MAR Y LA VIDA

 

Pero todo esto han sido palabras subjetivas. En ocho noches y cinco etapas, dimos la vuelta a la isla con un coche de alquiler, en sentido de las agujas del reloj con principio y final en la capital Reykjavik.

Para ver una página web y echar un vistazo sobre actividades en el país pincha   aquí

 

Fotos (Julio 2017) y literatura:

maximenendez

4 comentarios en “Vistando Islandia.

  1. Tienes una suerte barbara de hacer ese viaje. Con los Juegos de Tronos y el Señor de los Anillos, es suficiente para tener los paisajes de ensueño que uno se pueda imaginar. Bien por ti. Saludos.

    • Es un espectáculo de la naturaleza, pero debe ser duro vivir si no eres de allí. Eso sí, tienen un nivel adquisitivo altísimo y les debe resultar muy barato irse de vacaciones fuera de la isla.

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